Melanie, una madre de 43 años, vino a nuestro centro principalmente para atender a su hijo, quien tenía dificultades en la escuela, diagnosticado como disléxico. Estaba ansiosa por obtener ayuda para su hijo porque ella había vivido con este diagnóstico y, como adulta, sabía el costo emocional, social y profesional que esto genera.
Después de ver los resultados que su hija había logrado después de dos intensivos, pasando de un programa de necesidades especiales a F’s en un programa de educación regular, a una estudiante de honor en todas las clases de honores, no solo estaba emocionada por su hija, sino que también deseaba esto para ella misma.

Quería experimentar esta libertad y logros, y ya no quería sentirse "estúpida en secreto". Aunque era una mujer triunfadora que había desarrollado una carrera, un hogar y una familia con éxito, las luchas persistentes de vivir con su trastorno de procesamiento la persiguieron y limitaron a lo largo de su vida.

Melanie se comprometió con su programa intensivo, avanzó a través de todos los pasos y trabajó duro durante tres semanas. Al final, ella misma se sorprendió con sus nuevas habilidades. Ella terminó su programa intensivo, enfocada, clara, recordando y manejando detalles que antes no podía. El trastorno del procesamiento auditivo con el que llegó, desapareció y se cerraron las brechas en sus capacidades cognitivas.

Lo más importante es que describió la experiencia como tener una "nueva oportunidad en la vida". Ella encontró la libertad de disfrutar de la vida y experimentar un nuevo nivel de habilidad y potencial que nunca imaginó que era posible para ella. Cada área de su vida ha cambiado y ella está más que agradecida y feliz.